miércoles, 26 de junio de 2013

El enemigo público número 1: la báscula

Odiada, temida y ansiada, la báscula nos trae a más de uno por la calle de la amargura. Es muy frecuente, cuando nos ponemos en modo cuidarnos (ya sea adelgazar, engordar o estar más fit) controlar nuestro peso y orientarnos de esta forma.

Quizás porque es algo accesible a todo el mundo, es barato y porque es fácil de usar se ha popularizado esta forma de evaluar nuestro cuerpo. Por supuesto, es una herramienta muy útil para valorar el estado de un sujeto y para calcular el IMC, pero no es la única y es un grave  (y común) error emplearla como único método de referencia.

Antes de ofreceros alternativas a la báscula, o al menos complementos a la misma, vamos a hablar del cuánto, es decir, ¿con qué frecuencia debo pesarme? Teniendo en cuenta los constantes cambios que puede sufrir nuestro cuerpo a lo largo del día debido a la frecuencia de las deposiciones, sudoración, retención de líquidos, etc. no es recomendable pesarse varias veces al día ya que los resultados van a ser cuanto menos contradictorios. Lo ideal es pesarse en ayunas, tras haber evacuado la primera orina de la mañana, con ropa ligera y siempre en la misma báscula, ya que entre dos aparatos diferentes puede existir una pequeña variación. Además, el hecho de pesarse continuamente puede crear una poco saludable mezcla de obsesión-adicción que podría desencadenar en un trastorno del alimentario.

Yo personalmente recomiendo pesarse una vez a la semana porque supone todo un reto portarse bien durante toda una semana (con sus días y sobre todo sus cenas), sin caer en las garras de los dulces, bebidas y snacks para darse la satisfacción, en el momento báscula, de ver que poco a poco vas acercándote a los objetivos previamente establecidos.

Pero antes os he dicho que solamente pesarse era un error y esto es debido a que cuando nos pesamos lo pesamos (valga la redundancia) todo por igual, es decir, grasa y músculo sin hacer diferenciaciones. Si alguien está pensando en adelgazar y solamente se pesa puede creer, cuando la báscula no varíe, que su progreso se ha estancado, cuando es posible que más esté cambiando su cuerpo porque se esté produciendo una verdadera transformación interna de los compartimentos corporales.

Para complementar la báscula debemos usar:


  • Impedanciómetro: pasa una leve corriente eléctrica a través de nuestro cuerpo y en función de la resistencia que oponga calcula el % de grasa corporal. No es del todo fiable debido a que puede variar si has bebido mucha agua o no tienes el estómago completamente vacío pero es muy útil para hacerte una idea. Suele haber impedanciómetros en clínicas de nutrición, farmacias y algunos gimnasios.
  • Cinta métrica y perímetros corporales: cuello, cintura, brazo, cadera, pecho, muslo, pantorrilla... si estas medidas van bajando, estamos perdiendo grasa, ya sea por la propia pérdida de grasa o por la sustitución de la misma por músculo (en un mismo peso el músculo tiene un menor volumen que la grasa). Es fundamental hacerlo siempre a la misma altura.
  • Cáliper: para los más pros. Consiste en una especie de pinzas que determinan el grosor
    del pliegue a medir. Importante que lo maneje un profesional diestro en la materia.
  • La típica foto del antes y del después: esta me gusta mucho ya que permite apreciar de una manera relativamente objetiva los cambios producidos. Si utilizáis la foto del antes como punto de no retorno y la del futuro después como motivación el éxito en el logro de los objetivos está casi asegurado.
  • Espejo: otra forma de visualizar los cambios, aunque personalmente no me gusta tanto ya que la imagen que percibimos depende en gran parte de nuestro autoconcepto y eso puede ser muy subjetivo.
  • Ropa: es otra manera bastante subjetiva de evaluar la transformación corporal.

Complementando estas herramientas con la báscula os aseguro que podréis cuantificar y medir el progreso. Todos los cambios que hagáis en vuestro estilo de vida y alimentación van a tener una repercusión a nivel físico, lo importante ahora es saber medirlo y saber interpretar los resultados obtenidos.

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